La arquitectura tradicional generó sus formas en un proceso de depuración a lo largo de periodos muy largos de tiempo, con modificaciones continuas, realizadas por generaciones de habitantes, hasta decantar un espacio doméstico y productivo que aprovechaba al máximo técnica y culturalmente los límites ecológicos del ecosistema local. Hoy en día las modificaciones de ajuste han de ser, en su mayor parte, sustituidas por un diseño a priori de la vivienda, articulado con un sistema de producción que ha de contar con la intermediación de un sistema promocional, ya sea público o privado y de una industria de la construcción, con posibilidades técnicas que en muchos casos fuerzan los recursos no sólo de los ecosistemas locales sino de ecosistemas lejanos. Con estos mimbres el arquitecto actual ha de recuperar formas de pensar análogas a las que se han demostrado como sostenibles en la arquitectura tradicional y recomponerlas en las condiciones de producción existentes para conseguir formas que respondan a las exigencias ecológicas y sociales de hoy en día. No se trata de copiar formas, ni soluciones tecnológicas, sino de copiar metodologías.
En realidad lo importante sería entender cómo se plantean y resuelven los problemas, relacionado y valorando los objetivos o fines con los medios para conseguirlos.
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