domingo, 21 de noviembre de 2010

Arquitectura popular


El sentido inicial de la ciudad fue la demarcación de un límite que separara el universo de lo humano del resto del Cosmos. En los actos fundacionales de la ciudad romana el arado marcaba un límite sagrado en el que la tierra que se levantaba había de verterse hacia el interior del recinto delimitado. La muralla medieval límite jurídico, fiscal, pero sobre todo social, permitía que floreciera una forma de vida con rasgos de autonomía y anonimato, algo que sólo es posible con una cierta masa crítica de intercambios, todos ellos clarificados por la existencia de un límite. La ciudad como forma de vida.
Caserío Sierra Ayllón (Segovia)

Este límite iba acompañado de la conciencia de que había un territorio finito y cercano. Los recursos eran locales y la capacidad de transformarlos fue relativamente escasa hasta la incorporación de la Revolución Industrial y sus modos productivos al ámbito de lo urbano. Hasta ese momento, la producción del caserío estaba basada en la autoconstrucción, por lo que las soluciones de diseño y las técnicas constructivas debían estar muy ajustadas a los recursos accesibles en ese territorio local, y estos recursos debían de ser tratados de modo que no se agotaran unos mínimos para asegurar la reproducción social.

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