lunes, 18 de octubre de 2010



Al norte de Chile, varias estructuras verticales de 200 metros de altura recogerán cerca de 3.000 litros de agua al día para su uso en el regadío. ¿El secreto? La malla de plástico, que actúa como fachada, captura el líquido elemento procedente de la «Camanchaca», un tipo de neblina propio de la costa.

Forma espiral
Con el fin de no dejar escapar ni una gota de esta niebla más baja, Alberto Fernández, profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, ha diseñado una gigantesca torre de 200 metros de forma espiral que atrapará el agua de la humedad presente en la costa del desierto de Atacama. «En la última década, el flujo de agua del río Huasco ha disminuido, poniendo en peligro el desarrollo agrícola del norte del país. La idea es que el agua recolectada por las torres pueda servir para desarrollar la agricultura, incrementando con ello el desarrollo económico y social de la región», aclara Fernández.

«Es en este punto donde se produce el primer proceso de condensación de la niebla. En concreto, la malla se utiliza como filtro de captura de agua mediante la condensación de partículas sobre su superficie, gracias a la acción del viento. Posteriormente, la fuerza de la gravedad hace que el agua condensada descienda por el sistema de canalización hasta la base de la torre, donde se encuentran los colectores. Se trata de un proceso pasivo que no necesita la producción de energía», puntualiza Fernández. Pero la malla tiene otra función, pues contiene diversos patrones que producen distintas clases de filtros. «La diversidad de “dibujos” de la malla permite adaptarse a los factores que facilitan una óptima recolección de la “Camanchaca”, como la intensidad y dirección del viento o la cantidad de humedad», añade el arquitecto.
Una vez recogida el agua, el siguiente paso es depurarla y distribuirla. «La calidad de esta agua no es adecuada para el consumo humano inmediato, pues presenta niveles de algunos elementos inorgánicos no permitidos, como cloruro», concreta Morales. Para ello, en la base de la torre existe un colector principal compuesto de un acumulador de agua, una membrana que filtra el líquido elemento y un sistema circulatorio que distribuye el agua purificada a través de canales que llegan hasta las zonas a regar. «El destino final del agua es el regadío, de ahí que la depuración no sea un factor clave. En cualquier caso, se ha pensado en la ósmosis inversa como el proceso más eficaz de filtrado. Por ello, en la base hay dos cámaras de agua separadas por membranas que retienen minerales, produciéndose el fenómeno de depuración por la diferencia de presión entre ambos compartimentos», explica Fernández.



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